Iniciativa loretana que obtuvo el Premio Protagonistas del Cambio de la UPC mira con más optimismo el futuro

Es 2013 y en la radio suena El Grupo 5, pero en esta fiesta rayará un vals de antaño. De esos que llegaban al pueblo en los parlantes de una radiola Imperial y que eran una pausa entre tanto jolgorio desatado por tambores y vientos.

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Los abuelos tienen setentipico abriles pero nunca es tarde para casarse. Por eso, han mandado llamar al curita de Nauta para que oficie como Dios manda y han repartido invitaciones en varios caseríos del Marañón.

Teresita Ruiz Ahuanari es una de las forasteras que llegó ese día para la boda. Aunque la novia era su abuela, ella era casi casi una desconocida. Se fue del pueblo de 5 años y recién ahora que es una ingeniera forestal ha pegado la vuelta a Puerto Prado con ganas de cambiar muchas cosas y ayudar a construir un mejor futuro para su gente.

La hermosa y apacible comunidad queda a sólo 20 minutos de Nauta en peque peque, siempre y cuando el río ande manso. Pero el día del casorio la corriente estaba medio chúcara y la boda tuvo que esperar hasta que amainara el río y la balsa desempaque, por fin, al párroco y otros invitados de honor, entre gallinas y chanchitos.

“Volvía después de años. Me fui con mi papá que era profesor, pero apenas terminé la universidad volví para quedarme. Descubrí la iniciativa de voluntarios que empezaban con el proyecto del Bosque de los Niños (Boni) y quedé atrapada con la idea”, cuenta Teresita orgullosa de lo avanzado, pero más aún, orgullosa de sus chicos.

La comunidad había decidido donar 12 hectáreas de bosque para que los niños tuvieran un espacio de contacto directo, guiado y reflexivo con la naturaleza, con ese bosque que miraban con miedo por los animales que viven ahí, pero al que también le tenían mucho respeto.

“Es un espacio donado por la comunidad para que los niños desarrollen sus actividades y destrezas en contacto con la naturaleza, sin perder su esencia. Pueden palpar, oler los árboles, las flores. Estando cerca a la comunidad tenían miedo de entrar porque veían peligroso al bosque. Sin embargo, en poco tiempo volteamos la realidad y el bosque se convirtió en un espacio de diversión y aprendizaje”, apunta Teresita.

Firmes y felices por la unión

Son 32 niños y jóvenes los que integran el Boni. Están tan organizados que tienen una junta directiva que se encarga de regir  sus acciones sin dudas ni  murmuraciones. Pero todo esto empezó tres años atrás cuando dibujaron, luego de una lluvia de ideas, lo que querían para el Boni y su pueblo.

Ahí saltó la maloca, el puente sobre la pequeña quebrada, el columpio y los pasamanos como los que hay en los parques de la ciudad. Pero también dibujaron animales y árboles. Querían un espacio de diversión, aprendizaje, pero sin alterar la naturaleza.

“Su única diversión era bañarse en el río después de ayudar en la cosecha. Hoy tienen un espacio donde además del contacto con la naturaleza, se divierten. Tenemos un pequeño parque con rampas, llantas, pasamanos, el puente por encima de la quebrada la felicidad, pasos con troncos. Toda la aventura que un niño necesita para ser más feliz. Incluso ahora las profesoras del colegio, dos veces por semana, dan clases en el bosque”, suelta emocionada Teresita.

Sin duda un ejemplo que ya está comenzando a despertar experiencias siamesas en comunidades como Padre Cocha o El Milagro. Y justamente en mérito a la innovación de jóvenes que generen un emprendimiento social con impacto en la sociedad, la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC) reconoció a Teresita como una de los diez ganadores del Premio Protagonistas del Cambio.

“El premio reconoce a personas que tienen un emprendimiento social que impacte en la sociedad y que esté ligado al medio ambiente. El Boni compitió con 235 iniciativas y fuimos uno de los 10 ganadores”, sentencia Teresita mientras le pedimos a los niños que se acerquen para la foto, porque el premio es de todos.

Por eso el consejo directivo del Boni decidió que Teresita sea quien acceda a las capacitaciones que trae consigo el laurel. En cuanto a los 2 mil dólares que también trajo bajo el brazo el premio, se destinarán a concretar el viejo sueño de la maloca para recibir a los turistas que vienen a Puerto Prado por sus artesanías con tintes increíbles.

Eso los ayudará a tener más ingresos y que El Boni siga con vida. Además, levantarán una maloca con cocina y dos habitaciones para los voluntarios. Por último, armarán una biblioteca y esperan contratar los servicios de una persona que enseñe Kukama, la lengua originaria. ¿Todo eso alcanzará con 2 mil dólares? refuto con cierta incredulidad. Teresita me mira y dice: “hombre de poca fe”. No hay más preguntas. Sólo queda ir en búsqueda de las señoras hacedoras de colores para redactar otra nota.

El dato:

Puerto Prado, consciente de la necesidad de cuidar el bosque, destinó 100 hectáreas para el Área de Conservación Privada (ACP) Paraíso Natural Iwirati, reconocida formalmente el 2014. Se trata de la primera conservación a cargo de una comunidad nativa en el Perú y además tiene la particularidad de tener a una mujer como presidente y apu, la señora, Emma Tapullima.

Mira este reportaje sobre el Boni:

Puerto Prado y el paraíso Natural Iwirati.

#GuardianesDelBosque #HistoriasQueInspiran #GestiónTerritorialSostenibleMuy cerca de Iquitos, hay una comunidad que parece ser la realización de la utopía de Tomás Moro y tienen como motor a la única presidenta comunal de la zona: Ema Tapullima. Conoce un poco más del ACP Paraíso Natural Iwirati, que resguarda 100 hectáreas de bosque en Loreto, nos inunda con los colores de sus chambiras y nos motivan con su bosque de niños de Puerto Prado.

Posted by AMPA Perú on Friday, May 5, 2017

 

 

 

 

 

 

 

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